SIN DEJAR DE SER YO.
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POR OTRA PARTE, LA FELICIDAD ES…
POR OTRA PARTE, LA FELICIDAD ES...
La felicidad es la satisfacción del yo cuando conozco mi verdadero valor interior y no tomo nada de nadie. La auténtica felicidad no está condicionada por nadie ni depende de ninguna otra persona, hecho o circunstancia.
La felicidad surge naturalmente de dentro, cuando el yo está libre de necesidad y deseo, cuando el yo deja de intentar adquirir y acumular, y se ha dado cuenta de que es todo lo que puede ser y que no falta nada. Surge naturalmente cuando mi energía, que soy yo, se entrega sin condiciones. Solo cuando desaparece todo deseo y dependencia, solo cuando dejas de agarrarte y apegarte, puedes estar satisfechamente feliz.
Cuando caemos en la trampa de hacer de cosas externas, materiales, físicas, nuestra fuente de amor y felicidad, empezamos a depender de las sensaciones que aquellas producen. Nos convertimos en buscadores de sensaciones.
Todo parte de la primera identificación equivocada, del primer apego, de la primera dependencia, que es la identificación con nuestro cuerpo físico. Esa identidad se extiende luego a todas las etiquetas que le ponemos a nuestro cuerpo (tamaño, género, rasgos). Luego, a todas las etiquetas que les ponemos a las cosas con las que nos relacionamos a través de nuestro cuerpo (posición, sueldo, posesiones).
Entonces, parece que la única manera en que podemos sentir estas estimulaciones -que confundimos con amor y felicidad- es a través de nuestros sentidos físicos. Creemos erróneamente que el amor y la felicidad solo pueden lograrse a través de sensaciones y estímulos físicos.
La solución no es nueva. Ni siquiera es vieja. Es antigua. Se llama darse cuenta de quién soy, lo que significa ser consciente de la verdadera identidad y de la verdadera naturaleza del ser. Conocer el propio yo y la propia naturaleza es reconocer al yo como el lugar de la paz, como una fuente de amor y como un espacio desde donde surge la felicidad en la propia vida.
En esencia, la paz es; la verdad guía; el amor hace; la felicidad recompensa.
VER EL MUNDO TAL CUAL ES
Aun cuando estamos despiertos y conscientes del mundo que nos rodea, es como si estuviéramos dormidos e imposibilitados de ver el mundo tal cual es, imposibilitados de ver los acontecimientos bajo su verdadera luz.
La palabra “ver”, en realidad, significa “percibir”. Nuestro intelecto percibe el mundo y lo interpreta según las experiencias pasadas. Si hemos aprendido a creer que somos cuerpos y no almas, si hemos aprendido a creer que nuestras emociones son creadas por las otras personas, si hemos aprendido a creer que el mundo evoluciona de una forma positiva y progresiva, esas creencias influirán de cierta forma en nuestra percepción e interpretación de otras personas, situaciones y acontecimientos mundiales. Nuestros pensamientos, emociones y conductas responden a ello.
Cada una de esas creencias está equivocada. En esencia, estamos con los ojos cerrados frente a la verdad, por eso transitamos dormidos por la vida y ni siquiera lo sabemos. A raíz de convicciones erróneas, creamos alguna forma de sufrimiento o dolor en algún nivel íntimo, pero soportamos ese dolor creyendo que debe de ser algo normal. Solo cuando el sufrimiento se vuelve muy intenso reconocemos que algo tenemos que hacer.
Sin embargo, solo la práctica de la meditación y el análisis íntimo de las simples verdades que encontremos sanarán, en última instancia, nuestro dolor espiritual, mental y emocional. La meditación y el análisis espiritual que desarrollemos nos ayudarán a despertar y a permanecer con los ojos abiertos ante las realidades más profundas de la vida y ante las verdades eternas que ya se encuentran en nosotros