EL PODER DE LA CONCENTRACIÓN
Un principio básico en el funcionamiento de nuestra consciencia es el absorber las cualidades de aquello en lo que nos concentramos. Cuando la mente e intelecto se enfocan y concentran en algo, podemos acceder a la experiencia de las cualidades del objeto de nuestra concentración.
El método para concentrarnos en la meditación, es crear pensamientos elevados, espirituales. Por ejemplo: “Soy un alma pura y pacífica, un ser de luz y de paz”. A medida que nos enfocamos en tales pensamientos, las cualidades del alma pasan a primer plano de nuestra consciencia y empezamos a experimentar esto con mayor profundidad.
Es por ello que para nuestro progreso personal debemos ser cautos sobre qué aspectos se convierten en el foco de nuestra atención. Si nos enfocamos en los defectos o las debilidades de las personas, empezamos a experimentarlos, a absorberlos. Pensar en los defectos de los demás nos llena de esos defectos. Cuando nos enfocamos en pensamientos débiles e inútiles sobre alguna situación o reto que se nos presenta, el reto se convierte en un problema de mayores dimensiones, pudiendo incluso convertir esa situación en una montaña, difícil de franquear.
La meta más elevada podría ser concentrarse en el Ser Supremo, el Alma Suprema, Dios, el Océano del Amor y de la Paz, o como quieres llamarle según tu mism@.
A medida que nos enfocamos en la energía suprema, más elevada, el alma absorbe y experimenta las cualidades ilimitadas de amor incondicional, pureza y paz.
El alma se diviniza, ya que se colorea profundamente con la energía más pura y elevada de Dios. Si experimentamos en la meditación a diario y practicamos esta elevada unión espiritual, el alma se fortalece, se llena de luz y poder. De esta manera el alma se siente preparada y capaz para afrontar los retos de la vida con confianza y optimismo, consciente que dispone de los recursos necesarios para tener EXITO.
¡Tómate unos minutos para tu propia reflexión!